Nudo. El nudismo en los medios. Nudism & media

viernes, agosto 01, 2003

Foto: "Bañistas", de Aurelio Arteta / Euskonews

Eran plebeyos y se bañaban desnudos

La relación intensa de Barcelona con la mar es uno de los beneficios más relevantes que nos dejaron los Juegos Olímpicos... sea a buen seguro un tema de interés recordar hasta qué punto los barceloneses le habían dado la espalda a la gran agua... La sarna se había convertido hasta el siglo XIX en una dolencia típicamente aristocrática, no sólo en estos contornos; aquellos nobles evitaban lavarse y se entregaban a los perfumes. No así el pueblo llano. No se trataba de una novedad, pues consta que ya en 1786 habían sido mandadas cuatro mujeres a la cárcel de la Galera por haber sido sorprendidas lavándose en la orilla.. al acabar el siglo XVIII que observaba el aumento anual de ciudadanos de ambos sexos que aprovechan la bonanza para bañarse en Sant Bertran, la Mar Bella, l'Olla y en otros puntos de la playa. En otra anotación precisa que son miles los barceloneses que al ponerse el sol o bien al amanecer se zambullen en las aguas. Era, lo vuelvo a precisar, una costumbre plebeya; unos la practicaban por placer en días señalados, verbigracia para celebrar paganamente el solsticio de verano; otros lo hacían para cumplir la tradición en el día de Sant Cristòfor, como los cerrajeros y guarnicioneros; los más, en cambio, simplemente para facilitar la limpieza en tiempo de bonanza... Solían ir desnudos. Cubrirse con un simple taparrabos o así era seña de ser gente muy principal. Parece que la autoridad se vio en la exigencia de intervenir y mandar, lo que propició la promulgación de un bando que firmaba Pedro Sanfield, gobernador militar, en el que decretaba la prohibición de bañarse en porreta, pues escandaliza a las personas honestas, y aprovechaba también para tratar de evitar la promiscuidad, al mandar a las mujeres cabe el Baluart del Rei (en las Drassanes, para entendernos), mientras que a los hombres los alejaba al arenal comprendido entre la Casa d'en Parra y el pie de la montaña de Montjuïc. Corría 1814. Y lo permitido era hasta las siete de la mañana o bien desde que oscurecía hasta el cierre de los portales de la muralla, es decir, las 22 horas... FUENTE: La Vanguardia

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